Siempre que se habla de cine español en general, hay un género al que se le tiene marginado por completo, de hecho para muchos es el peor valorado de todos. Me estoy refiriendo a la corriente cinematográfica conocida como el destape.
Siempre he pensado que las personas que critican el cine del destape lo hacen para parecer lo que no son, entendidos en cine. Se apuntan a la moda de despreciar el arte de lo sencillo porque quieren parecer superiores, pero no dejan de ser estúpidos superficiales que no son capaces de desentrañar el valor que oculta la banalidad.
Hay varias razones por las que considero que el cine del destape no sólo es bueno, sino que es uno de los mejores, pero para eso tenemos que desestacionalizarlo, igual que se hace en estadística con los datos económicos. Por ejemplo, los datos del paro del trimestre estival son considerablemente mejores al trimestre que lo precede, pero esa mejoría hay que desestacionalizarla, que no es más que eliminar la mejoría que se le presume inherente a dicho período, para obtener como resultado lo que podríamos llamar datos netos.
Pues con el cine pasa algo parecido, todos valoran el destape como si el mismo fenómeno ocurriese hoy mismo, es como si criticásemos un quinqué (lámpara de petróleo) pensando en cómo sería su uso actual, sólo a un imbécil podría ocurrírsele tal cosa. Un quinqué es un artilugio maravilloso y siempre lo será, porque la lógica nos lo hace juzgar enmarcado en un período determinado de tiempo que somos capaces de desestacionalizar. Pues este sencillo ejercicio es el que debemos hacer cuando nos refiramos a la gran época dorada del destape español.
Seguro que ya lo has empezado a ver de manera distinta y para continuar con mi teoría voy a concretar cinco puntos por los que considero que el cine del destape es arte retro español en su estado máximo.
· Llenó una carencia. Posiblemente ésta sea la característica que más valor añadido ha aportado. Ver a mujeres desnudas como si tal cosa en el cine de aquella España postfranquista, apagó el ardor de una sociedad ansiosa por calmar sus necesidades más primitivas.
· Es sencillo. Como decía al principio del post, muchos critican la sencillez para intentar dar apariencia de intelectual. Es el argumento fácil del necio. La banalidad juega un papel importantísimo en la vida y no siempre tiene carácter negativo.
· Divierte. Es un producto que está diseñado exclusivamente para divertir. No pretende dar lecciones, no busca cambiar la forma de pensar de nadie, se aleja por completo de cualquier tipo de adoctrinamiento partidista. Es la máxima expresión del entretenimiento.
· Es políticamente incorrecto. La maquinaria del marxismo cultural ya se había puesto en marcha, pero aún era un movimiento marginal y gracias a dios hubo un período de tiempo en España en el que se podían mostrar a mujeres desnudas tratadas como objetos sexuales entre hombres vestidos de chaqueta sin que ninguna perturbada con el pelo teñido de azul montara un numerito en la vía pública.
· La figura de la vedette. Posiblemente esta sea su característica más romántica. Hoy cualquier mujer con un buen par de tetas puede hacerse famosa gracias a internet, pero en la era preinternet los medios para promocionarse eran muy distintos, además de ser guapa, tenías que pasarte media vida recorriendo el país para actuar en teatros y cantar en verbenas antes de protagonizar una película. Aún faltaban muchos años para que llegara eso de hacerse una foto tapándote los pezones delante del espejo del baño para subirla a instagram. Una vedette es mucho más que eso. Eran mujeres tan deseadas como respetadas.
Si desestacionalizamos los datos, el destape es el mejor cine de toda la historia de España.