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2024-11-10

Chochos peludos para despejarnos

A estas alturas estarás ya saturado del bochorno que estamos viviendo los españoles con el lamentable espectáculo que están dando los malnacidos que tenemos de políticos. Los odio a todos. La crítica no debe ser horizontal, sino vertical, hasta que la gente no se dé cuenta del teatro, nada de esto, absolutamente nada, cambiará.

Por eso he pensado que te vendrán bien diez segundos en los que mantener tu mente entretenida en otra cosa. ¿Qué chocho te apetecería hoy? Peludo o muy peludo. Piénsalo.

Chocho peludoChocho muy peludo


2024-10-12

Un carrete de Polaroid y un pepino del Mercadona

Hace un rato me puse a buscar una cosa y en uno de los cajones me topé con un carrete de polaroid sin abrir, nuevo a estrenar. Total que me entraron unas ganas tremendas de hacerme fotos en pelotas, incluso con alguna hortaliza fálica cerca de mis zonas erógenas, así que desempolvé mi vieja Polaroid y le metí el carrete. No sé si lo sabes pero las cámaras Polaroid no necesitan ni pilas, ni cargadores, ni esas cosas de teléfonos modernos, bueno obviamente necesitan alimentación, pero esa energía la cogen de una pequeña batería que tiene el propio carrete dentro, es decir que cuando cambias de carrete es como tener la cámara completamente cargada.

Ante esta revelación los problemas son dos, el carrete lleva guardado sin exagerar unos 30 años así que el primero es que la película haya perdido sus propiedades y tenga menos fotosensibilidad que un cartón de bingo y el segundo problema es que de haber sobrevivido la película (viene envasada como si fuera una chocolatina), lo más probable es que la batería esté vacía.

El caso es que al meter el carrete no me lo creía, la Polaroid empezó a hacer ruido y se encendió el led verde. Así que me voy para el cuarto de baño, me bajo los pantalones a la altura de los tobillos y me pongo sexy con un pepino del Mercadona. Hago clic y... hace la foto!!! Lo malo es que al no tener mucha batería el papel no sale del todo, total que tiro un poco y sale la foto. Hice una segunda y una tercera, con la mala suerte de que ya no tenía suficiente fuerza y tenía que sacar todas las fotos manualmente.

De todas formas da igual porque esperé y esperé pero la imagen nunca salió, la película había perdido todas sus propiedades. Así que mi sueño de ser una Magallanes precolombina de internet queda aplazado hasta nuevo aviso.

Polaroid

Todo esto te parecerá muy loco, pero es el verdadero valor de Polaroid.

2024-09-16

¿Hemos perdido la gracia de vivir?

Yo no sé muy bien cómo explicar esto sin parecer un lunático, pero por otra parte soy consciente de que he dado la impresión de ser un puto loco en muchas ocasiones, aunque en la mayoría, por no decir en la totalidad, el tiempo me ha dado la razón. El caso es que esto no tiene nada que ver con vaticinios ni cábalas confusas. Lo que hoy quiero contarte tiene que ver con la vida, con la gracia de la vida.

¿Qué es la gracia de la vida? Tenemos que empezar por aquí para ir entendiéndolo todo. La gracia de la vida no tiene nada que ver con dinero, ni con estatus ni esas mierdas, se puede ser más pobre que una rata, tener una caja de cartón como mesa de escritorio y vivir una vida con gracia.

Por ejemplo, yo recuerdo que mi padre en los benditos años 80, como posiblemente el noventa por ciento de todos los padres, tenía una colección de películas en VHS que él mismo grababa. La gracia de esto, que es la gracia de la vida, no era la colección en sí, sino cómo titulaba las cintas. Él recortaba la sinopsis que venía en los periódicos y las pegaba en los VHS. La colección era bien lustrosa.

El equivalente en la década de los noventa era el arte rupestre que plasmábamos en las cintas de cassette vírgenes titulando los grupos y sus canciones. Hacer ese tipo de cosas era verle la gracia a la vida. ¿En qué momento la generación de padres perdió esa gracia? ¿En qué momento dejamos nosotros de titular las cintas de cassette? Aunque tú y yo sabemos la respuesta, esto pretende ser una pregunta retórica.

Por ejemplo, imagínate ahora un niño yendo en la parte de atrás de un coche a yo qué sé, al pediatra, el típico pediatra privado del centro para la típica revisión de ojos, oídos, pies y cojones. Me imagino que a día de hoy irá con un móvil en la mano aumentando su frustración en tiktok, eso es no verle la gracia a la vida. La gracia se tenía antes cuando el camino se te pasaba volando porque tenías un álbum de cromos e ibas abriendo sobres, no te quedes en la anécdota del momento, profundiza, era un momento personal, no se compartía con nadie, ni falta que hacía, eras tú con las estampitas, flipándolo, siendo feliz.

El otro día hablando con no sé quién sobre los regalos de cumpleaños que se hacen ahora, me comentó que lo que se lleva ahora son las experiencias. En serio piensa en la frase, lo que se lleva ahora es regalar experiencias. En ese momento pensé que para mí una experiencia sería que un travelo colombiano me reventara el cipote con su majestuoso culo en los aparcamientos de un carrefour, por ejemplo, o que un nido de avispas me cayera en la cara al internet coger un melocotón de un árbol. Yo pienso en esas cosas cuando hablo con la gente, lo siento no voy a cambiar a estas alturas. Lo que se refería obviamente era a regalar las cajitas esas de viajes, cenas gourmet, conducción de coches de alta gama, atracciones absurdas, ese tipo de cosas. Realmente esa experiencia forzosamente está ligada a una publicación en instagram, ¿entonces lo que nos interesa qué es, la experiencia o que los demás se enteren de que hemos tenido una experiencia? En el momento que hacemos algo para que se enteren los demás, le perdemos la gracia a la vida. Esta es una de las conclusiones a las que he llegado.

Tanto el niño con los cromos en el coche, el padre con sus VHS, el chaval con sus cintas, el travelo en el carrefour, todas esas cosas no se hacen para ser contadas, se hacen por el disfrute personal, por verle la gracia a la vida. Sin embargo, en el momento que cogemos un móvil pensando en publicar un momento, entra en juego la vanidad, que normalmente viene a enmascarar un vacío existencial tremendo.

¿Esto quiere decir que todo lo que se publique sea vanidad? Qué va, mira esta foto:

Selfie de un señor sexy

Este hombre es un genio, un visionario, un adelantado, orgulloso tendrían que estar sus hijos. Ese hombre está viviendo una vida llena de gracia. Se le ve en los ojos, en el bigote. La gracia de vivir es cruzar esa frontera que separa lo aburrido de lo que no lo es.

Fíjate que yo creo que todo lo ochentero está de moda precisamente por eso, porque los de nuestra generación quieren reconectar con la gracia de la vida, y esa gracia está en el pasado. No es melancolía, todo lo contrario, es el anhelo de recuperar la gracia de vivir.

Yo lo veo claro, hay un hilo que conecta la pérdida de la gracia de la vida con las redes sociales. La vanidad es la pala que cava el agujero en nuestra felicidad. Pero como ya estarás harto de la matraca que siempre doy con las redes sociales, voy a contarte otra cosa que está terminando con la gracia de la vida. La marca blanca. Antes de seguir déjame que te muestre una imagen que seguro te reconectará con la gracia de la vida:

Mujer hermosa algo desvergonzada

La marca blanca es la pérdida de identidad, es como si alguien estuviera borrando las huellas que dejaste por el camino de tu vida. Ya no recuerdas el camino que anduviste, tampoco se lo puedes mostrar a tus hijos porque ahora ellos están dejando sus huellas por el camino de la marca blanca, un camino sin gracia, sin la gracia de la vida.

Yo no sé muy bien qué hacer exactamente para recuperar esa gracia si la has perdido, quero decir que no tengo un manual, no por comprar croquetas Findus y escuchar vinilos vas a recuperar la gracia. Supongo que es algo que tiene que nacer de dentro, te tienes que dar cuenta, a lo mejor un día te hartas de escuchar canciones salteadas en spotify y te da por escuchar un disco entero, aunque sea en un reproductor de mp3, eso sí podría ser un buen comienzo. A lo mejor otro día te da por escribir con edding en los tuppers congelados para saber qué tienes dentro, quién sabe si ese es el camino para volver a vivir con gracia.

Mientras tanto, aquí me tienes para lo que sea menester.

2024-09-13

Soy como el teniente Dan subido al mástil del barco

El otro día me escribió un amigo de internet y me preguntó por qué ya no subo antiguos legajos restaurados del porno retro impreso. Bueno, el titular sensacionalista podría ser "La inteligencia artificial acaba con los restauradores digitales", y no le faltaría razón. La IA ha terminado con mi trabajo de artesanía digital, ya no vale la pena perder diez minutos retocando una antigua imagen digitalizada de la época dorada cuando una IA te lo hace en menos de lo que canta un gallo. Ya no me apetece. También te digo que me niego a perder el tiempo pasando compulsivamente sin ningún sentido antiguos legajos por una estúpida IA.

Lo bonito de la restauración digital no es sólo la mejora de la imagen, sino la labor de arqueología digital, como cuando encuentran un yacimiento de cachivaches antiguos de no sé qué civilización. Pues esto es lo mismo, la gracia además de ver la foto restaurada, es el deleite de una obra de arte recuperada del olvido.

Yo sigo coleccionando las obras de arte que caen en mis manos y si creo que vale la pena, la restauro, pero ya no lo hago como el artesano de mimbre que abre la puerta de su garaje para que los turistas que pasan por su pueblo le compren algo, sino como un científico loco que se ha desconectado de la realidad y vive encerrado entre tubos y servilletas con anotaciones.

De hecho pienso que nos enfrentamos a un tiempo tan escalofriante, que nada de lo que veamos a partir de ahora tendrá veracidad. Si algo ha hecho la IA es darle aún más valor a los libros antiguos. Me fío más de lo que me diga una enciclopedia de 1985 que cualquier periódico digital. La IA ha convertido a las fotografías de los libros antiguos en cofres llenos de realidad.

Porno retro restaurado

Recuerda que fleshfly es un blog hecho a mano.

2024-09-08

Instagram y el caos social

Phil Anselmo

Ayer estuve disfrutando de un concierto de Pantera del año 1992 y hoy quiero contarte una cosa. Verás, fue como un airbag explotando, una revelación que surgió sin pensar, como por arte de magia. Al ver un fotograma me di cuenta de lo bien estructurada que estaba la vida antes de las redes sociales y cómo éstas han venido para sembrar el caos.

Te lo vengo avisando desde hace ya 10 años, que se dice pronto, y el pasar de los años ha ido confirmando que estaba en lo cierto. Verás, la gente cuando hoy va a un concierto lo que hace es grabar y grabar sin sentido con su puto móvil para publicarlo en instagram, en forma de reel, de historia o como coño se llame ahora, con el objetivo de que otros subnormales se enteren de que esa persona ha estado en el concierto.

Lo de menos es el concierto, cómo ha cantado el artista o cómo han tocado los músicos no importa una mierda, el que publica el vídeo lo hace solamente por vanidad, para provocar envidias, para difundir la mentira de una vida divertida, de un momento inolvidable, es todo falso. Nadie al ver el vídeo disfruta del concierto y quien graba tampoco lo está disfrutando, de hecho lo más probable es que el fulano se grabe a él mismo cantando, sólo su cara, olvidándose del escenario. Todo gira en torno a él. ¿A quién le importa el concierto? Se trata de ocultar el vacío existencial con la mentira de un momento teatralizado. Dudo mucho que una persona que esté disfrutando de un concierto de verdad pierda el tiempo en grabar un vídeo de mierda que no va a importar a nadie.

Ahora súmale que lo más probable es que el vídeo dure unos 10 o 15 segundos, que la persona que lo ve, va a pasar al siguiente en el segundo 7 y que en ese minuto además del vídeo del concierto también ha visto a su prima brindar con cuatro gordas en una despedida de soltera, a un famoso tomar el sol en un yate, a un vendeburras haciéndose un batido de algas, a una lunática hacer una pizza en una sartén y un anuncio de compresas. Así que imagínate la importancia del vídeo.

Bien pues esto era impensable antes de las redes sociales. Así es como se estructuraba antes un concierto en los años 90 y décadas anteriores:

Estructura social años 90

Para empezar se observa con meridiana claridad una línea que separa al artista de la masa, había dos mundos bien delimitados, el semidios admirado y la gente normal que admiraba. Para que esos mundos se tocasen había que hacer grandes esperas y conocer los pasillos de los camerinos para en el mejor de los casos poder estrecharle la mano a tu ídolo o que te firmase un disco. Al no haber móviles, la gente sólo dirige su atención hacia el protagonista, lo importante es lo que pasa encima del escenario, a nadie le importaba el asistente ni su puta cara de felicidad, la gente era un cero a la izquierda como es lógico. Si te fijas, la gente que está haciendo fotos y grabando el vídeo son los profesionales del recuerdo, los que han hecho que ese momento perdure hasta nuestros días y que gente como tú y como yo podamos disfrutar desde nuestro sillón de aquel momento que pasó hace más de treinta años. Bien grabado, buena imagen, buen sonido, ¿qué más se puede pedir?

Esta estructura es la que ha destrozado instagram, trasladando el punto de atención del escenario a la persona anónima.

Hazte un favor a ti mismo y ciérrate instagram.

2024-09-07

Cambio climático, una amenaza para los chochos peludos

Da igual que cada vez tengamos que ponernos el abrigo antes, la tele dice que cada vez hace más calor y te callas, si roBeR7o brAser0 tE baSilA tu Te caYa y Lo aSiMila. A finales del año pasado te mostraba con júbilo el frondoso chumino de Vanessa Y, unos meses más tarde contemplo con asombro cómo la subida de las temperaturas están haciendo estragos en la vellosidad de su coño.

Vanessa Y se nos afeita el chocho

Es tal la calor de nuestros océanos que esta pobre mujer ya no puede soportar los sofocos que le entran en el coño cuando se baña en Chipiona. Desesperada, llegó a su casa y no le quedó más remedio que refrescarse su apetitosa entrepierna.

Vanessa Y se nos afeita el chocho

Es una verdadera lástima, nos estamos cargando el planeta con tanto comer solomillo. Por nuestro egoísmo estamos poniendo en peligro infinidad de especies, los arrecifes de coral y los chochos peludos.

2024-08-25

Y como esto, todo

El problema de este cochino mundo en el que vivimos es que la gente no se está dando cuenta de todo lo que nos están robando.

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