Me habréis oído criticar muchas veces las atrocidades que cometen muchas mujeres tatuándose el cuerpo. Me parece un destrozo, un graffiti en una pared blanca, una gamberrada en una obra de arte. Sin embargo con las Suicide Girls hago una excepción, precisamente porque ese es su cometido, mostrar el lado atractivo de ser una descarriada social, el lado erótico de ser bala perdida.
Hay sesiones fotográficas que nada tienen que envidiarle a los grandes de la industria. Hoy os presento a Vixx.