Te voy a contar una historia real. Tan real que yo mismo presencié todo lo acontecido. Es una historia de drogas. Obviamente yo no me drogo. Nunca me he drogado. No voy a hablar ahora sobre lo que pienso de las drogas y los putos drogadictos porque no quiero desviarme de la historia.
No podría decirte exactamente la fecha pero calculo que sucedió sobre 2001 o 2002. Recuerdo que era época de IRC y Napster. En mi barrio por aquel entonces gozaba de una buena pandilla de amigos. Éramos un grupo bastante heterogéneo con miembros muy dispares. Aún se respiraba en el ambiente la magia de los 90 que no tardaría en desaparecer.
En el grupo había más de uno (y más de siete) que eran prácticamente politoxicómanos. Su único fin en la vida era drogarse todo lo que el dinero que le daban sus padres les permitiera. En todas las pandillas siempre hay algún miembro cuyos padres pasan de él, en la nuestra por supuesto lo había. Los padres de este pollo en época estival se iban casi todos los fines de semana a la playa dejando a este espécimen solo en su casa. Mi amigo, que le faltaba un tornillo, formaba en su casa unas fiestas de película. Nos juntábamos bastantes en su habitación, siempre había alguien haciendo el ganso tocando un piano que tenía, otros se dedicaban a conseguir tías para cibersexo por IRC y otros directamente contemplaban el espectáculo mientras se encendían un porro detrás de otro.
El caso es que a uno de la pandilla, el típico flipao de las cosas esotéricas, le hablaron de una droga nueva que por lo visto daba unos pelotazos del copón. Él ya la había probado varias veces y aquel día se la subió a la casa del espécimen.
Aquella hierba del diablo se llamaba salvia divinorum. Su aspecto era igualito al de una especia para cocinar, con la diferencia que ésta se fumaba. El payaso esotérico llegó contando que aquella hierba era algo peligrosa, que se debía fumar con sumo cuidado ya que se habían dado casos de delirios en los que el afectado tras haberla fumado se había creído que podía volar y algunos terminaban por lanzarse balcón abajo. Decía que nunca se podía fumar estando solo, siempre había que estar acompañado de otra persona que por supuesto no estuviera bajo los mismos efectos. Es decir que uno se tenía que drogar y el otro tenía que supervisarlo.
El caso es que aquella casa era un sindios. Yo me puse a escuchar en el salón música funeral (esto lo tengo que explicar en otro post) y otros estaban en el sofá viendo la porno del Canal Plus. Es decir que nadie le hizo puto caso al mensajero del diablo, todas sus recomendaciones cayeron en saco roto y comenzaron los preparativos en una casa que entre la porno y la música funeral parecía un auténtico frenopático.
Por aquel entonces no había cachimbas, al menos la moda no estaba muy extendida, así que el payaso esotérico comenzó a preparar una cachimba casera con un cubo de agua y una botella de Coca-Cola. Es increíble lo ingeniosos que pueden ser los drogadictos cuando a ellos les conviene. Aquel fulano cogió el cubo de la fregona y lo lleno de agua, cogió también una botella de Coca-Cola vacía y la cortó por la mitad con unas tijeras. El sistema era el siguiente:
Se colocaba en la boquilla de la botella de Coca-Cola un papel de plata con unos agujeritos hechos con una aguja o algún objeto punzante, como una especie de colador. Lo botella se tenía que colocar sumergida hasta la boquilla. Se ponía la dosis de salvia en el papel de plata y se le metía fuego con un mechero, mientras se quemaba aquella especie de orégano seco había que ir levantando la botella poco a poco para que el aire penetrara en la misma y el humo quedara atrapado entre la media botella y el agua del cubo. La botella se elevaba hasta el límite del corte que jamás podría superar el nivel del agua, obviamente para que el humo no escapara. Una vez que el humo estaba dentro quitaban el papel de plata con la salvia quemada y colocaban la mano en la boquilla para no desperdiciar ni un nanogramo de humo. El siguiente y último paso era levantar la mano con cuidado, poner la boca en la boquilla de la botella y aspirar con fuerza a la par que se volvía a hundir la botella en el agua para que expulsara el humo. Era una especie de "mamada de humo".
Aquello era un espectáculo. Los tres que no lo probamos estuvimos sentados en el sofá contemplando aquella pasarela de la droga. Fue realmente muy divertido, era como estar en una película de bumfights pero a la española. Las reacciones eran dispares, unos se quedaban riéndose con la mirada perdida mientras se les caía la baba, otros movían sus manos en el aire como moviendo piezas imaginarias. Recuerdo la reacción de un amigo que no paraba de reírse mientras repetía una y otra vez "vámonos a Sanlúcar a comer langostinos jaJJajAJAjaJA, illoooo, vámonos a comer langostinos jaJajAJaJAJa...". Cuando recobró el sentido común me contó que se imaginaba conmigo en Sanlúcar de Barrameda comiendo langostinos en la playa y que por alguna extraña razón no podía parar de reírse.
Llegó el turno del dueño de la casa, el espécimen. Nadie lo sabía pero las risas estaban a punto de terminar. Hicieron el numerito de la botella y respiró todo el humo con fuerza. Fue cuestión de un segundo. Su rictus cambió por completo, se echó las manos a la cabeza y comenzó a repetir sin parar "hostia, no tenéis ni idea, no tenéis ni idea, joder, no tenéis ni idea", todos nos pusimos serios y le comenzamos a preguntar que cómo estaba, que qué le estaba pasando, se levantó y comenzó a dar paseos por el salón mientras no paraba de decir "es que no tenéis ni idea, no sois capaces de verlo, no tenéis ni idea". Apagamos la música y la tele, los que estábamos en plenas facultades nos dimos cuenta que algo iba mal, muy mal. Le estuvimos tranquilizando pero la paranoia no se le iba de la cabeza. Lo saqué de su casa y nos dimos los dos un paseo por las tranquilas calles de mi barrio en plena noche. Al rato comenzó a articular frases de forma coherente y me contó que aquello le hizo ver el universo como un sistema de piezas y engranajes. Decía que nos veía como en una especie de Matrix, que el universo, el aire y nosotros mismos en realidad éramos piezas móviles de una especie de maquinaria que nos controlaba. Él fue capaz de verlo, vivíamos en una mentira controlada y él durante unos segundos fue consciente de aquello.
No sé muy bien porqué pero aquella experiencia le sumió en una profunda depresión de la que tardó varios meses en salir. Supongo que las condiciones en las que tomó la salvia no fueron las más propicias, además lo hizo después de fumarse varios porros y beberse algunas cervezas. Aquello le destrozó mentalmente. A los días me lo confesó con miedo, "ojalá nunca hubiese tomado aquella mierda, desde entonces no soy el mismo". No hacía falta que me lo dijera, yo lo sabía perfectamente, era otra persona distinta. Además era algo curioso porque yo me daba cuenta de que él intentaba ser el mismo que era antes, pero no podía. Algo había cambiado en él. Tanto fue así que poco a poco nos fuimos distanciando, aquella persona, mi amigo el fumao con el que me reía a todas horas, se había convertido en un tarado místico pseudo depresivo con nada que aportar.
Actualmente como no tengo amigos ni tampoco tengo facebook no sé nada de él. De tener facebook tampoco lo hubiese sabido porque en su día cuando lo tuve le rechacé dos veces su solicitud de amistad. De todas formas eso da igual, lo importante es lo que te acabo de contar. Cómo las drogas pueden destrozar tu vida poco a poco, o como en este caso, destrozártela en un segundo.