La mente del ser humano es maleable como una lámina de estaño, es algo que saben muy bien las élites, los líderes religiosos y los publicistas. Pongamos como ejemplo el gintonic, pasó de ser la bebida por excelencia en la época dorada a refresco de los camioneros en los puticlubs, hasta que unos años más tarde a un iluminado le dio por echarle un montón de pamplinas y consiguió volverlo trending de nuevo.
Con esto lo que estoy intentado decirte es que la gente es imbécil. La sociedad es un rebaño sin criterio capaz de lapidar a quien sobresalga un poco. Te podría hacer una lista con genialidades que han quedado desterradas en la actualidad y que estoy seguro tarde o temprano resurgirán, como por ejemplo el mueble bar del salón.
Algo parecido, por no decir exactamente lo mismo, le ocurrió a la lencería femenina. Los chochos se depilaban a la par que las bragas se hacían más pequeñas hasta llegar al depilado íntegro del tanga. La novedad no siempre es mejor, de hecho rara vez lo es, pero eso a la gente le da igual porque prefiere no pensar. Como iba diciendo, las braguitas con encaje dieron paso a los tangas, esos simples hilos de tela de colores fluorescentes que se meten por la raja del culo. La pregunta que nadie se hizo fue si ganamos o no en el cambio. Vale, comenzamos a ver culos por las playas, ¿pero y qué?.
Verás, el porno retro y todo lo que tenga que ver con el erotismo de antes, esconde cosas que la mayoría de personas no son capaces de ver. Hay una serie de elementos que no son porno pero que sin embargo son capaces de definir un estilo dentro de una época. Pero esto no sólo pasa en el porno, todo lo que vemos está condicionado por el espectro invisible, que básicamente es todo lo que vemos y que nuestro cerebro procesa en segundo plano. ¿Nunca te ha pasado que ves algo que te evoca un estilo, época o país y no sabes muy bien cómo explicarlo? Pues es el espectro invisible el responsable.
Este es un tema apasionante en el que no voy a profundizar hoy, es demasiado importante así que le dedicaré un post especial. Como terminar este post así de buenas a primeras me parece algo soso, he querido aderezarlo con estas fotos que acabo de ver, sí ya lo sé, no tiene el chocho peludo, pero un coño es un coño aquí y en Pekín.