Sabes que siempre soy sincero y no puedo dejar pasar esta ocasión para contarte lo que opino de todo este dislate. No me refiero a lo que pienso del gran engaño del coronavirus y el asesinato en masa a la población que el nuevo orden mundial ha ejecutado delante de nuestras narices, esas cosas ya me aburren, como la reeducación a la que nos somete la televisión a diario, especialmente los telediarios que jamás han sido tan partidistas, o la forma tan miserable que tienen de inventarse rebrotes (acuérdate de los brotes verdes de Zapatero o los brotes de igualdad de la campaña contra la violencia de género, qué casualidad) para inyectar el miedo a la sociedad y destrozar la poca economía que sigue funcionando. De verdad, no voy a hablarte de eso. En realidad vengo a hacer un ejercicio de honradez.
Situémonos en algún momento de antes del arresto domiciliario, mal llamado confinamiento. Pongamos diciembre de 2019, unos días antes de las vacaciones de Navidad, con las ciudades llenas de turistas haciendo ridículas fotos y centros comerciales a rebosar de gente muy hortera comprando regalos sin ningún tipo de decoro. En esto que estás paseando por el centro viendo las luces de Navidad, un poco estresado por estar luchando contracorriente como un salmón, esquivando los que te vienen de frente, cuando de repente de agarran por un brazo, tiran de ti con fuerza y cuando te puedes dar cuenta estás entrando en un edificio muy viejo con alguien que te lleva agarrado por la espalda. Te mete en uno de los pisos y te sienta en una habitación diáfana donde hay un hombre muy misterioso con una pastilla azul en su mano derecha y una pastilla roja en su izquierda. Aquel hombre te dice lo siguiente:
Si elijes la pastilla roja se terminará el mundo tal y como lo conoces. Todo lo que odias, las grandes aglomeraciones, las ciudades llenas de turistas, respirar el aliento de la gente en pequeños espacios, el contacto fortuito con desconocidos, montarte en el ascensor con vecinos, la muchedumbre bebiendo en la calle, las discotecas, los atascos... todo desaparecerá. La gente mediocre vivirá en una mentira inducida por el pánico, pero tú, que eres el elegido, te tocará vivirla conociendo la verdad y disfrutando de lo que se llamará la nueva normalidad. Por el contrario, si elijes la pastilla azul, olvidarás todo lo que te he contado cuando salgas de este edificio y seguirás viviendo en el mundo tal y como hasta ahora.
He estado pensando mucho en cuál hubiera sido mi opción y en diciembre de 2019, estoy seguro que hubiere elegido la pastilla roja de la nueva normalidad.
Pero no creas que soy un mosntruo, en serio, piénsalo bien un momento, olvídate de los muertos (asesinados), olvídate de la ruina económica, olvídate de la insoportable mascarilla y piensa sólo en los beneficios de no tener que respirar el aire que expulsan los demás, en ir a la playa sin atascos, encontrar aparcamiento en pleno centro de la ciudad, pasear sin molestos turistas, sin apestosos ingleses emborrachándose en discotecas... ¿qué hubieras elegido tú?