Recuerdo que hace unos años casi todo el mundo hablaba de la "moda de los pechos pequeños", aquello se convirtió en tendencia, todas las revistas hablaban de las bondades de tener las tetas pequeñas, que si eran elegantes, que si la ropa queda mejor, que si hay más variedad de bikinis... ese tipo de cosas, ya me entiendes. Y aquí no se trata de criticar el tamaño de las tetas, las mujeres nacen con las que nacen, al igual que hay hombres que tienen el pene diminuto y a otros le cuelgan anacondas.
Los hombres, los machos me refiero, no criticamos ese tipo de cosas, pero al igual que hace años te avisé con muy buen tino que los chochos peludos estaban llamando a la puerta, hoy te digo que está pasando lo mismo con las tetas enormes. Esa tendencia de pechos pequeños ha quedado desfasada, igual que le la moda de echarle al gin tonic un montón de forraje. Todo eso forma ya parte del pasado. La nueva normalidad viene con muebles de mimbre, collares de perlas y tetas muy grandes.
A mí en realidad esto de las modas me la trae al pairo, todos en cierto modo estamos sometidos a los caprichos de quien nos maneja, pero hay gustos que son inmutables, forman parte de nosotros, incluso a veces nos definen. Es curioso poder definir a una persona por sus gustos o sus fobias. Yo por ejemplo soy bastante xenófobo. Sé que así dicho a la ligera puede sonar feo, pero ser xenófobo no es malo, hablo de una xenofobia que no sobrepase el simple rechazo, no me refiero a salir de cacería por la noche con un bate de béisbol.
Verás, una cosa que hago de maravilla es hacerle ver a la gente cosas que tienen delante de sus narices pero que por las razones que sean, no se dan cuenta de que están ahí. Por ejemplo, algo que gritan los ecologistas a los cuatro vientos es el peligro de las especies invasoras, y para algo en lo que tienen razón no se la vamos a quitar. Imagínate, sales a dar un paseo por las afueras de tu pueblo y te cruzas pájaros, ratones, culebrillas y otras criaturas del Señor que llevan siglos viviendo entre nosotros en un equilibro perfecto. Ahora viene el tonto de turno y se compra en una tienda de animales raros una rana de colores, un día se le escapa y pone mil quinientos huevos en una charca, resulta que esa especie es muy agresiva y termina con la rana nuestra de toda la vida. Resulta que nuestra rana se comía un tipo de insectos que la de fuera no, y estos insectos resulta que ponen unas larvas en los árboles que terminan por pudrirlos, resulta ahora que nuestros pájaros de toda la vida se alimentaban de los frutos de ese árbol que ahora están muriendo y así es como se desencadena un desastre natural por culpa de una especie invasora.
Cuando hablamos de migraciones humanas parece que las reglas de la naturaleza desaparecen, y como si se tratase de física cuántica, algunos inventan otras leyes que no se pueden aplicar en el resto del ecosistema. A ningún ecologista se le ocurriría defender a la rana de colores diciendo aquello de "es que son sus costumbres". Sin embargo en los medios de comunicación se nos impone constantemente la tolerancia a las costumbres de las especies invasoras, aunque estén destrozando nuestra religión, nuestro modo de vida costumbrista, nuestra gastronomía, nuestras fiestas, etc. La diferencia, es que una rana de colores no puede adaptarse a las costumbres de otro ecosistema, pero los humanos sí, al menos tienen esa capacidad, otra cosa es que quieran o no adaptarse.
Como ves, existen comportamientos xenófobos que son aceptados por la comunidad científica, así que ahora hazte las preguntas que tengas que hacerte para ordenar un poco tu cabeza. Ah! y no te olvides que dentro de muy poco se volverán a ver las tetas grandes en todos los lugares.