Aquí estoy otra vez amigo, abrumado después de abrir mi correo y descubrir docenas y docenas de emails de gente que me echaba de menos. Es broma, no me ha escrito nadie. Bueno, en realidad sólo me ha escrito una persona, es una mujer que suele caminar por la vida con el sexo poblado pero arreglado, pero esa es otra historia. Lo que si he recibido son correos de gente muy extraña para pedirme cosas muy raras. Tener un correo en una página como la mía es lo más parecido a tener una caña de pescar en mitad de una fosa oceánica. Imagínate ponerte a pescar en lo más profundo de ultramar, bajas el plomo a lo más profundo y dejas allí el cebo, al tiempo recoges, ¿qué monstruosidad puede asomar?. Pues así me siento yo, mi correo electrónico es un cebo en lo más profundo del ciberespacio y cada cierto tiempo pican locos pidiéndome cosas muy raras. En fin.
Iba a decir que llevo un tiempo alejado de internet, pero creo que eso es imposible, hasta los pobres y bienintencionados migrantes, que vienen a pagar nuestras pensiones, llegan a costas españolas en rudimentarias embarcaciones pero con móviles de última generación. Hoy en día no se puede vivir alejado de internet a menos que vivas en el alcantarillado de Bangladesh. Lo cual me ha hecho pensar en el estado en el que realmente me he encontrado estos días. Me he dado cuenta que existe una nueva figura que dentro de poco se popularizará, estoy hablando del ermitaño de internet.
Verás, el ermitaño de internet es una persona que profesa una vida solitaria en la red de redes. Alguien que se conduce con silenciosa dignidad en la autopista de la información. Personas que cansadas de la mediocridad de las redes sociales, deciden andar su propia senda entre la maleza de la world wide web, abriéndose camino como el más osado de los exploradores, tan loco que nadie ha decidido acompañarlo.
Por cierto hace poco más de un mes vi en cosmid a una regordeta, algo grotesca, de esas que te encuentras comiendo pipas en un banquito del Polígono San Pablo, pero con un gracejo en su sonrisa que hace indicar que debe comer cipotes a dos carrillos con virtuosismo innato. Te la presento.
Si analizas bien el momento te darás cuenta que aunque nos encontramos muy por debajo del nivel de excelencia que conseguimos en los noventa, estamos remontando la decadencia que llevamos padeciendo desde comienzos de 2000, y todo gracias a este tipo de regordetas que lucen con desparpajo su lozanía. El otro día fui a un centro comercial, es uno de esos sitios donde hay muchas tiendas en las que se pueden comprar muchas cosas menos dignidad. Bien pues mientras paseaba por aquella especie de zoco, me crucé con varias gordas que mostraban alegremente su exceso de grasa aderezada con horrendos tatuajes. Comprobé con mis propios ojos que la publicidad luciferina esta normalizando la disforia de peso como jamás hubiera imaginado.
Como te iba diciendo antes, el ermitaño de internet es un cibernauta que ha perdido por completo la necesidad que tienen los humanos de relacionarse. Es exactamente lo mismo que lo que nos ocurrió a finales de los noventa a los que colonizamos internet. Hubo en momento en el que sin pretenderlo, decidimos quedarnos en nuestras casas en sábado por la noche montando una Voodoo Banshee antes que salir a perder el tiempo con las personas que comenzaron a dejar de ser nuestros amigos.
Ahora mismo está ocurriendo lo mismo pero en el mundo virtual. Puede parecer complicado pero atiéndeme, hemos hecho de internet nuestro medio de vida y la gran masa que ha llegado a internet, lo ha convertido en la vida real que teníamos antes, así que ahora, los colonizadores, estamos haciendo lo mismo que hicimos hace veinte años, pero en internet. Es como un Matrix dentro de Matrix. Los ermitaños de internet estamos creando el nuevo internet dentro de internet. Espero que me estés entendiendo, quizás un chocho rubio te vendrá bien para relajar la mente un rato.
Te voy a contar algo que posiblemente nunca te hayas parado a pensar, las épocas alcistas no dependen de índices económicos, mercados bursátiles ni ese tipo de cosas. Las sociedades prosperan cuando las mujeres enseñan las tetas, así de sencillo. Cuantas más tetas vea un hombre mejor y cuántos más hombres vean tetas mejor. En los noventa cuando ibas al quiosco a comprar la PC Actual, en los tres segundos que tardabas en cogerla, lo más probable es que vieras de reojo diecisiete pares de tetas de revistas porno que lucían con vago recato el escaparate. tal cosa recargaba las pilas subliminalmente a los cerebros masculinos que pasaban por allí. Nos hacía mejores personas. Era como un mensaje divino que nos decía, eh moreno, pase lo que pase, aquí tienes mis pechugas, así que a comerte el mundo.
Todo aquel festival de pezones al fresco y frondosos chuminos se sustituyó por las tazas con frases motivadoras y todo un sinfín de dislates socialistas que terminaron por minar la moral masculina. Arrasaron nuestra felicidad con una capa de napalm represivo, disfrazado de falsa libertad, liderado por cuatro taradas y así nos vemos hoy.
La sensación que yo tengo es que todo eso está cambiando. La pandemia ha sido el gran reseteo para volver a tomar la senda que abandonamos en los noventa. Me doy cuenta sobre todo cuando voy a una tienda de decoración y contemplo con júbilo que se vuelven a llevar las lámparas de mimbre, los muebles de madera con vitrinas y los vasos labrados como los que se veían en las revistas porno escandinavas de los ochenta. Todo son señales que apuntan a un futuro mejor, que no es más que nuestro pasado.
Por cierto, también está volviendo la lencería de antes.
Por lo visto lo único que necesitaba era escribir y volver a ser yo. Nos vemos pronto amigo de internet.