Creo que nunca te lo he contado pero llevo años viviendo casi obsesionado con reencontrarme con un sabor que resuena en mis papilas desde el año 1992. La historia que te voy a contar no está ni edulcorada ni exagerada, ocurrió tal cual y es que la recuerdo como si fuera ayer. Yo en la Expo'92 de Sevilla era un chavalín que apenas sobrepasaba una década de edad, pero por alguna razón recuerdo lo que viví en la Expo'92 con todo lujo de detalles, además mis padres sacaron el pase de temporada por lo que estuve allí todos los días. Algún día te enseñaré mi pasaporte, por si no lo sabes el pasaporte de la Expo'92 era un librito del mismo tamaño que un pasaporte que ibas mostrando en la entrada de los pabellones que visitabas para que te lo sellaran, de esta forma tenías el recuerdo del sitio y llevabas un poco el control de donde habías estado, no sé cómo lo vivieron los adultos pero a mí todo aquello me fascinaba, me pasaba horas observando los detalles de cada sello.
Bueno a lo que iba, yo siempre he sido un flipao de los Estados Unidos de América, desde muy pequeño, de hecho hace tiempo que estuve analizando el porqué de mi fascinación por USA y llegué a una conclusión muy interesante que quizás cuente en algún post venidero. Total que el día que visité el pabellón de los Estados Unidos fue para mí uno de los grandes días de la Expo de Sevilla.
El pabellón de USA tenía una cancha de baloncesto con una pequeña grada en la que sentarse y disfrutar viendo el espectáculo mientras te comías una hamburguesa al más puro estilo americano. Yo estaba deseando de probar la hamburguesa del pabellón de los Estados Unidos, piensa que por aquel entonces en Sevilla sólo podías comerte una hamburguesa en el McDonald's, Burger King o Dulio. Dulio fue una cadena sevillana de hamburgueserías adelantada a su tiempo, una verdadera maravilla que disfrutamos los sevillanos en la época dorada de los ochenta y noventa. Entiéndeme, habría más sitios donde comerte una hamburguesa pero ya sabes a qué me refiero. El caso es que yo aquel día estaba deseando de comerme una auténtica hamburguesa americana, la original y genuina. Así que allí estaba yo, en la grada con mi hamburguesa viendo un partido de baloncesto con negros de verdad, no como los que se pintaban la cara para hacer de rey Baltasar.
Bien pues recuerdo que aquella hamburguesa no gustó a casi nadie, pero a mí me maravilló. Todos esperaban encontrar algo parecido al BigMac pero más grande y grasiento, pero fue todo lo contrario, aquella hamburguesa era muy buena carne de vacuno metida en pan con cebolla, lechuga, tomate y algo de ketchup, nada más.
Desde que se terminó la Expo, he vivido obsesionado con encontrar una hamburguesa parecida, muchas veces me autoengañaba con el cuarto de libra de McDonald's y cada vez que he ido a una de estas hamburgueserías modernas, ha sido una completa decepción, de hecho aprovecho para decirte que odio profundamente las hamburguesas estas que le echan salsas raras, cebolla caramelizada, el matarratas ese del queso de cabra o el puto huevo frito que no le hace falta para nada a una hamburguesa, fríete tú los cuernos si quieres pero no destroces una hamburguesa. Además, ¿qué le pasa a la gente con las hamburguesas enormes? ¿qué subnormalidad es esa? No tiene ningún sentido comerte una hamburguesa de siete pisos, descoyuntarte la boca como si le estuvieras comiendo el rabo a John Holmes.
Total que el otro día, tras años de espera, di con una hamburguesa que me catapultó a aquella cancha de baloncesto del año 92. Fue la Famous Star de Carl's Jr.
De verdad, si quieres probar una hamburguesa sin pretensiones, prueba esta, es como retroceder a 1992. Y ya que estamos en 1992, aprovecho para compartir contigo el centerfold de mayo del mismo año. Nuestra querida Vickie Anna Nicole Smith.
